Desde hace muchos años, la seguridad nocturna de nuestras calles ha ido disminuyendo y dando paso a los amigos de lo ajeno, que campean a sus anchas por ellas. Los serenos han desaparecido y la vigilancia policial es inexistente o ineficaz. Los robos en los comercios se han incrementado, la alarma en el sector va al mismo ritmo que los hurtos, la sensación de abandono por parte de las autoridades que manifiesta el comercio, debería no solo preocupar a nuestras autoridades, sino, con la mayor urgencia, tomar las medidas necesarias para que el sector vuelva a la normalidad.
La alarma ha vuelto a saltar estas navidades en Orio. Por el sistema de butrón saquearon un establecimiento, a los pocos días destrozaron la luna de un escaparate y se llevaron todos los trajes de caballero. Dos días más tarde la propietaria de éste último, me manifestaba su enojo a la vez que me comentaba cómo le acababan de llamar de otra tienda preocupados por dos sujetos que merodeaban por su comercio. Se dispuso a llamar a la Ertzantza. Esa misma noche, robaron en el comercio que días antes habían saqueado con el sistema de butrón.
Estos hechos tienen mayor trascendencia que el daño o perjuicio que afecta a un pequeño comercio, es una bola de nieve que, cuanto más grande se hace, más nos puede arrollar a todos.
El comercio se enorgullece de que con sus escaparates anima, da vida e ilumina nuestras calles. De no poner remedio a su inseguridad nuestras calles corren el riesgo de desertización, persianas ciegas echadas, fachadas sin iluminación, calles vacías, sin vida.
No es un pronóstico, son muchos los comercios que para disuadir a los rateros, están echando la persiana de noche y fines de semana, sus efectos lo estamos viendo en todas nuestras localidades. Esta situación nos afecta a todos los ciudadanos, todos salimos perjudicados.
Los robos están fomentando la xenofobia y el racismo, se acusa, sin pruebas, a los inmigrantes creando un ambiente hostil hacia este sector de la población, que pone en peligro nuestra acogida y solidaridad hacia ellos. Tratar de poner remedio a esta situación no sólo es un deber, debe ser un compromiso para no perder un valor humano de primer orden que es la solidaridad. No dejemos de tener presente que muchos de nuestros antepasados también fueron inmigrantes.
Urge que los Ayuntamientos, Diputaciones y el Gobierno Vasco tomen las medidas necesarias para que las calles de nuestros pueblos recobren la seguridad de antaño, no valen las estadísticas de cuántos delitos se cometen en un pueblo para un diagnostico de alarma o normalidad que son los datos que utilizan en las comisarias a la hora de tomar medidas o no. En el siglo XXI es inconcebible que nuestros pueblos no cuenten con la seguridad nocturna pertinente, están en riesgo muchas más cosas que los comercios, afecta a la calidad de vida de los ciudadanos.
La alarma ha vuelto a saltar estas navidades en Orio. Por el sistema de butrón saquearon un establecimiento, a los pocos días destrozaron la luna de un escaparate y se llevaron todos los trajes de caballero. Dos días más tarde la propietaria de éste último, me manifestaba su enojo a la vez que me comentaba cómo le acababan de llamar de otra tienda preocupados por dos sujetos que merodeaban por su comercio. Se dispuso a llamar a la Ertzantza. Esa misma noche, robaron en el comercio que días antes habían saqueado con el sistema de butrón.
Estos hechos tienen mayor trascendencia que el daño o perjuicio que afecta a un pequeño comercio, es una bola de nieve que, cuanto más grande se hace, más nos puede arrollar a todos.
El comercio se enorgullece de que con sus escaparates anima, da vida e ilumina nuestras calles. De no poner remedio a su inseguridad nuestras calles corren el riesgo de desertización, persianas ciegas echadas, fachadas sin iluminación, calles vacías, sin vida.
No es un pronóstico, son muchos los comercios que para disuadir a los rateros, están echando la persiana de noche y fines de semana, sus efectos lo estamos viendo en todas nuestras localidades. Esta situación nos afecta a todos los ciudadanos, todos salimos perjudicados.
Los robos están fomentando la xenofobia y el racismo, se acusa, sin pruebas, a los inmigrantes creando un ambiente hostil hacia este sector de la población, que pone en peligro nuestra acogida y solidaridad hacia ellos. Tratar de poner remedio a esta situación no sólo es un deber, debe ser un compromiso para no perder un valor humano de primer orden que es la solidaridad. No dejemos de tener presente que muchos de nuestros antepasados también fueron inmigrantes.
Urge que los Ayuntamientos, Diputaciones y el Gobierno Vasco tomen las medidas necesarias para que las calles de nuestros pueblos recobren la seguridad de antaño, no valen las estadísticas de cuántos delitos se cometen en un pueblo para un diagnostico de alarma o normalidad que son los datos que utilizan en las comisarias a la hora de tomar medidas o no. En el siglo XXI es inconcebible que nuestros pueblos no cuenten con la seguridad nocturna pertinente, están en riesgo muchas más cosas que los comercios, afecta a la calidad de vida de los ciudadanos.
Mutriku, 09-01-11
Iñaki Garcia Arambarri. Concejal de Comercio del Ayuntamiento de Orio
publicado en Noticias de Gipuzkoa. 15/01/11Iñaki Garcia Arambarri. Concejal de Comercio del Ayuntamiento de Orio
publicado en Diario Vasco. Costa Urola. 18/01/11
1 comentario:
En el camping hemos tenido varios robos. Lo curioso es que hay varios municipales a la busqueda y captura de los que no ponen OTA en el coche....
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