10/11/10

RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA. Yo no firmaré el texto sobre el Día de la Memoria

Tras el alzamiento nacional, el 18 de Julio, que derrotó al régimen de libertades, la II República, e instauró la dictadura fascista militar que duró 40 años, que dejó su sucesión “bien atada” con una monarquía que no ha sido sometida a un refrendo popular, con un monarca que nadie ha elegido, impuesto a dedo por el dictador general Franco y… con éstas estamos.

En el apogeo de la victoria, los fascistas requisaron el almacén de telas que tenía mi abuelo (natural de la Rioja y por tal circunstancia fue apodado “belarrimotxa”, ironías de la vida). En las conmemoraciones del 18 de julio, los fascistas lucían en sus balcones las sábanas de un color blanco “inmaculado”, rematado con bordados de puntilla. Mi abuelo resignado y de reojo reconocía las telas que le habían sido arrebatadas por las hordas locales fascistas. En dos ocasiones más le saquearon el almacén.

Mi padre, gudari. Luchó en la guerra civil contra los fascistas y en defensa de la II República con la graduación de teniente. Fue detenido y le impusieron tres penas de muerte, más tarde conmutadas . La dictadura fascista lo mantuvo tres años en prisión.

Como tantos otros niños en mi infancia fui a las Escuelas Nacionales,. A las nueve de la mañana nos hacían formar, cada aula una formación doble, enfrente el maestro y nos obligaban a cantar el “cara al sol”. El director de la escuela pasaba revista a las formaciones, a la caza de aquél que no cantara; los últimos de la formación sólo movíamos los labios. Aún recuerdo cómo un compañero cuando el director le llamó por no cantar el himno fascista, por miedo se meó en los pantalones. Se nos imponía como castigo por hablar en euskara, horas en el pasillo contra la pared sin poder hablar con nadie.

En 1967 fui detenido en Iruña, cuando participaba junto con miles de personas en el Aberri Eguna “ilegal”, a pesar de ser menor de edad ingresé en la prisión provincial, el Gobernador Civil de Navarra me impuso una multa de 10.000 pts.

En 1968 fui interrogado en el cuartel de la Guardia Civil de Ondarroa en relación a la rotura de una placa en memoria de los muertos franquistas que se encontraba en el cementerio.

En 1969 fui detenido. En el cuartel de la guardia civil de Ondarroa me molieron a palos y en cuartel de La Salve de Bilbao fui torturado durante dos días; me hicieron  reiteradamente el “quirófano”, el “juego de esposas”, etc. Me detuvieron por colaboración en la colocación de un petardo en un coche de la policía municipal; la onda expansiva rompió los cristales de una fachada (al día siguiente los colocó mi padre como cristalero que era). En Juicio Sumarísimo fui condenado por un tribunal militar a 25 años de prisión mayor. Para cumplir la condena me trasladaron al Reformatorio de Adultos de Ocaña, la prisión más siniestra de todo el Estado. Aislado en una celda durante tres años, donde el water era un pegote de cemento con un agujero; para evitar que las ratas entraran en la celda ponía un cubo lleno de agua; no había lavabo y durante el día eran muchas las horas que faltaba el agua. Como no tenía acceso a la ducha común,  solicité a la Dirección de Prisiones en Madrid  el derecho a la ducha y en una Junta extraordinaria, celebrada un domingo se me impuso la sanción de 60 días en celdas de castigo, la infracción era “petición colectiva”, por solicitar algo conjuntamente con otros compañeros. La censura inquisidora; un día nos entregaron la sección fija del desaparecido diario Ya, con un tijeretazo, ante nuestro asombro al ver censurada esta sección indagué y pude enterarme de que el artículo censurado decía que “Cuadernos para el Dialogo” había sido secuestrado por la censura. En tres años en este “reformatorio” sufrí muchas penalidades, me queda la anécdota de que me colocaron en la misma celda de seguridad que en su paso por Ocaña ocupó Miguel Hernández.

En abril de 1977 me pusieron en libertad con la Ley de Amnistía. Años más tarde solicité el pasaporte y me lo denegaron, aduciendo que hasta pasados 12 años, que era cuando cumplía la condena, no me lo concederían.

El 4 de octubre de 2010, fui retenido en el aeropuerto de Barajas, junto con dos compañeras, porque mis antecedentes aparecían en la pantalla del ordenador del control policial. La Amnistía no se me ha aplicado en su totalidad, la Ley de Amnistía dice que desaparecen todos los antecedentes y en mi caso no ha sido así,  todavía no se cumple esa Ley. Me pregunto si mis amigos querrán viajar conmigo.

A mi nadie me ha pedido perdón, como víctima de la dictadura, ni siquiera disculpas, ni me han dado las garantías de que puedo salir del país sin ningún sobresalto.

Por todo lo expuesto y mientras no se reconozcan todas las víctimas: las de la guerra civil, las de 40 años de dictadura, las de la guerra sucia  y  los muertos –todos- por razones políticas en esta democracia de baja calidad yo no firmare el documento sobre “el Día de la Memoria”.

Iñaki Garcia Arambarri. Mutriku 09-11-10

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