Unos años más tarde, en 1969, ocupé la celda donde estuvo encerrado Miguel Hernández. El cura de la cárcel se llamaba Porfírio, ignoro si era el mismo, Porfírio también tenia las manos manchadas de sangre, formaba parte de la junta de la prisión, encerraba a los presos comunes en celdas de castigo, sin luz, solo con lo puesto, mojaban el suelo de las celdas con agua para no poder sentarse en el suelo, las palizas eran moneda corriente y su complicidad en la Junta de la Prisión aumentaba considerablemente las condenas de los presos que eran sancionados. Viví muertes de presos por falta de atención médica. Tres años me tuvieron en esas pequeñas celdas que se describen, con dos horas de paseo. Llevando seis meses sin poder ducharme, junto con los compañeros hicimos una solicitud individual, solicitando que nos instalaran unas duchas, alegando razones de higiene. Un domingo tomaron medidas excepcionales, se reunía con carácter extraordinario la Junta de la Prisión, todos con traje de gala, tras interrogarnos nos encerraron en celdas de castigo durante cuarenta días, acusándonos de petición colectiva y motín. El mismo domingo se iniciaron las obras para la construcción de las duchas, lo hicieron en dos celdas, una de ellas era la que yo ocupaba, unos años más tarde que Miguel Hernández.
24/3/13
penal de Ocaña
texto al hilo de un artículo aparecido en publico.es - el-cura-verdugo-del-penal-de-ocaña
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario